Varias de las películas nominadas pueden considerarse ganadoras de una edición que intento cumplir con todos y no arriesgar.
OPINION: La Academia de Hollywood intento dejar el domingo a todos contentos, en la Edición 91° de los Premios Oscar. No es casualidad que a diferencia de otros años, las ocho películas nominadas al rubro principal se llevaron premios.
“Green Book: Una amistad sin frontera” fue en definitiva la principal ganadora de la noche. Sus tres importantes premios, Mejor Película, Mejor Guión Original y Mejor Actor de Reparto significaron una gran valoración para una película que gusta. Hay dos calificativos en ingles que definen al film: “Feel Good Movie” (películas pensadas para hacer sentir bien al espectador), y “Crowd Pleaser” (esas historias que le gustan a todo el mundo). Más allá de su cómoda corrección, tiene puntos altos para justificar ser la mejor producción del año para la Academia.
Los puntos altos del film son principalmente la construcción de los personajes, la química entre los protagonistas y las soberbias interpretaciones, además de un guion que le permite al espectador crear rápida empatía con ellos. Un drama narrado con abundantes toques de humor que también hacen al disfrute. Y los diálogos entre Viggo Mortensen y Mahershala Ali, que resultan más potentes que la historia en sí misma. El tema de la segregación racial y la homosexualidad, en el contexto del relato, se va apaciguando a medida que la amistad fraternal va creciendo. Es por eso que muchos la califican como políticamente correcta, porque lo es. Pero también es una historia encantadora que emociona y llega al corazón, con algunos pocos recursos precisos y efectistas.
También los premios de “Green Book” son una reivindicación para Peter Farrelly, quien viene, junto a su hermano Bobby, de comidas pasatistas, escatológicas y taquilleras como “Tonto y Retonto” o “Loco por Mary”. El gran labor del realizador es ser muy preciso a la hora de dibujar la historia con mucho profesionalismo, dejando de lado lo personal. En definitiva fue en busca de un prestigio a esta altura altamente conseguido.
Ahora bien, hay una paradoja marcada en los últimos años y confirmada el domingo: en la meca del cine, donde están los nombres más prestigiosos y consagrados, esta es la quinta vez, en los últimos seis años, que un realizador mexicano gana el premio a mejor director. La racha la inicio el propio Cuarón en 2014 por “Gravedad”, la siguió Alejandro González Iñárritu dos años consecutivos, 2015 por “Birdman”, y en 2016 por “El Renacido”, y Guillermo Del Toro el año pasado por “La Forma del Agua”. Ahora Cuarón no solo hace historia ganando como director y fotografía, sino que consigue el Oscar a film extranjero para “Roma”, por primera vez para México.
¿Por qué entonces, a pesar de ser la favorita, no pudo quedar en la historia y obtener la estatuilla a mejor película por primera vez, a un film hablado en un idioma que no es el inglés? A pesar de tener el consenso de muchos, pero también sus grandes detractores, lo que se puede decir de “Roma” es que es una historia realista, muy personal y arriesgada, hablada en castellano y mexteco, protagonizado por actores indígenas. Una joya con miles de sutilezas entre la mirada y los silencios, entre los grandes planos, el contexto social y principalmente lo experimental. Pero tal vez para una parte de los miembros de la Academia se trata de un filme extranjero, en blanco y negro, que tienen que ver subtitulada y distribuida por Netflix. Es probable que ahí estuvo la clave de la elección, y se optó por todo lo contrario. Premiar una película distribuida por el gigante de streaming y que se vea principalmente en la plataforma, más lo ya mencionado, hubiera sido un mensaje muy fuerte para la industria y un riesgo que no quisieron correr. Sin dejar de lado el contexto político actual, México, Donald Trump y el muro.
Volvamos al reparto de premios, donde se intentó dejar a todos contentos y cada quien puede sentirse ganador/a a su manera, al margen de las expectativas. Y también la inclusión quedo muy bien marcada con las tres estatuillas para “Green Book”, las tres para “Pantera Negra”, las tres de “Roma”, y hasta las cuatro para “Rapsodia Bohemia”. Fue una edición récord en reconocimientos a afroamericanos (10 de las 24 categorías ganadoras). De esta manera, con la balanza claramente equilibrada, las ocho películas nominadas al rubro principal se llevaron al menos un premio.
Una de las pocas sorpresas de la noche fue el merecido triunfo como mejor actriz de Olivia Colman sobre Glenn Close, que era número puesto en todos los pronósticos por su trabajo en “La esposa”, y que sigue sin poder obtener el ansiado premio. El de Colman fue el único logro de la noche para “La Favorita”, de las diez nominaciones que tenía. El previsible Mejor Actor Rami Malek, fue el reconocimiento más importante de la biografía de “Queen” (el resto fueron rubros técnicos). Los galardones para Regina King y Marheshala Ali como actores de repartos son indiscutibles por sus solidas interpretaciones.
Sin el brillo de otros años, con cambios en la ceremonia, y con inclusión y equilibrio en la premiación, no será esta, la entrega número 91 de los Premios Oscar, la que quede en la historia. Algo que si podrán conseguir algunas de las películas que participaron.
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