En una apuesta al cine de animación, Futbolín o Foosball (como se la conoce en otros mercados) es un gran comienzo. Sin embargo, hay un largo camino por recorrer
Una de las escenas más populares de la historia del cine, y especialmente del de ciencia ficción, es la que corresponde al momento inicial de "2001: Odisea del Espacio", de Stanley Kubrick, en la que se muestra el amanecer de la humanidad.
Basada en la novela homónima de Arthur C. Clarke, uno de sus mayores logros fue hacer un retrato darwiniano del hombre, en una cinta estrenada en 1968 y que aún hoy sorprende por la calidad de sus efectos especiales.
En una suerte de homenaje a uno de los filmes más respetados por la crítica y el público mundial, así arranca "Metegol", la primera película de animación del director Juan José Campanella.
Este es un fragmento de esa escena de "2001":
El argentino no tenía en sus espaldas una tarea sencilla. Se embarcó en un proyecto faraónico, logrando hacer la cinta más cara de todos los tiempos del país, pero al mismo tiempo por una cuarta parte del dinero con la que se haría en Hollywood: algo más de 20 millones de dólares.
En este aspecto, Campanella será recordado como quien -muy posiblemente- abra una nueva puerta al negocio del entretenimiento en el sur del continente, ya que visualmente el trabajo alcanzado por "Metegol" está a la altura del que ofrecen productoras de la envergadura de Pixar, Disney o Universal.
Sin embargo, el valor de una película no queda relegado sólo a sus aspectos técnicos, sino también a su relato o la composición de personajes, por ejemplo.
El guión de "Metegol" (o "Futbolín", como se la conoce en España o "Foosball", en inglés) es decididamente básico. A veces, lo sencillo es bueno, pero el exceso de sencillez lleva la balanza hacia otro lado. Y no porque el cuento de Roberto Fontanarrosa en el cual se basa el film lo sea. Su puesta en escena lo termina dejando así.
La producción cuenta la historia de Amadeo, quien vive en un pequeño pueblo, y se pasa la vida jugando al metegol. En un partido logra vencer a Grosso, quien promete venganza. Con los años, el joven derrotado regresa al lugar como un gran futbolista millonario, comprando el pueblo y queriendo apoderarse de todo.
Amadeo, lejos de parecer ser el protagonista principal, forma parte de un círculo variopinto de personajes, siendo el que menos sobresale.
Laura, su objeto de deseos, es la que lleva -con menor participación- la fortaleza de la historia y con pocas frases, es la que logra enhebrar ese vínculo necesario con el espectador.
A la narrativa liviana, la carencia de protagonismo de Amadeo, un exceso de silencios y una banda de sonido lineal y falta de impactos, se le suma una duración que podría haberse recortado en, al menos, quince minutos.
Si bien se sabe que se busca apuntar a un público internacional, no dejan de sorprender varios momentos con textos en inglés, como el segundo tiempo del partido de fútbol escrito como "second half".
Por otro lado, la cinta está repleta de escenas armoniosamente cuidadas, como la del plano detalle de la lágrima de Amadeo que da vida a uno de los jugadores del metegol, en otra clara demostración del talento de composición de Campanella.
En una primera apuesta al cine de animación, es un gran comienzo. Sin embargo, hay un largo camino por recorrer.
El puntaje final es una opinión del editor.
Norberto Sica es director editorial de IMPULSONEGOCIOS.COM
Imágenes: 100 Bares / Telefe