El film nos trae un final que algunos podrán predecir, mientras que los que se dejen llevar por la historia, quizás logren sorprenderse
No es tan habitual encontrar en la cinematografía argentina una película de suspenso policial como la que plantea Séptimo, el nuevo film protagonizado por Ricardo Darín. Uno está habituado a ver producciones que responden a estos cánones en el cine norteamericano.
Sin embargo, a pesar de las diferencias presupuestarias que hay entre uno y otro país, Séptimo logra hacer honor al género.
La mayor parte de la cinta transcurre en un edificio en el que vive Delia (a cargo de la española Belén Rueda) separada de Sebastián (Darín) junto a sus dos hijos. Ellos viven en el séptimo piso. Cuando el padre va a buscar a los chicos para llevarlos a la escuela, los más chicos deciden bajar por la escalera, mientras Sebastián lo hace por el ascensor, en una suerte de juego por ver quien llega más rápido a la planta baja.
Sin embargo, al llegar abajo, el padre se encuentra con que sus hijos no están y comienza una búsqueda hasta descubrir que fueron secuestrados.
Con un buen uso de primeros planos y planos americanos centrados en Darín, Patxi Amezcua, su director, logra transmitir la sensación de desesperación por la desaparición.
Y a pesar de que uno ya vio al actor en infinidad de papeles (algunos bastante similares), Darín vuelve a lograr despegarse de sus trabajos anteriores para generar un personaje creíble.
Luis Ziembrowski, como el portero del edificio, no logró su mejor desempeño, mientras que el resto del reparto estuvo algo descuidado en varios aspectos: desde el vestuario hasta la composición final.
Séptimo nos trae una hora y media de buen suspenso, con un final que algunos podrán predecir, mientras que los que se dejen llevar por la historia, quizás logren sorprenderse.
Norberto Sica, es director editorial de IMPULSONEGOCIOS.COM
Imágenes: Fox