Coronavirus: De Rosario por el mundo, del placer al caos sin escalas

Por Impulso

Aeropuertos colapsados, viajes improvisados y regresos lejanos, la radiografía de un momento triste y desesperante relatado en primera persona por jóvenes que viven en Rosario.

La expansión del coronavirus por los pasillos del mundo le asestó un golpe de nocaut al sistema de vuelos y al funcionamiento de diversos aeropuertos de Europa y Sudamérica. En ese contexto, varios argentinos residentes en Rosario experimentaron -y experimentan- en carne propia el flagelo de hallarse lejos de casa.

El 18 de diciembre fue el puntapié inicial del viaje que programaron Pilar y su novio, una pareja jóvenes de rosarinos. Un paseo por bellas ciudades europeas motivó el arribo al Viejo Continente, que al cabo de varias semanas dejó de ser un sueño para convertirse en una pesadilla de reprogramaciones y conexiones aéreas.

EL INICIO DE LA TRAVESÍA

El despegue desde Roma, Italia, a mediados de febrero, encontró a Pilar y a su compañero en una terminal aérea en la que los controles y las precauciones brillaron por su ausencia. Desde la capital italiana la pareja partió hacia Venecia, que fue, en su viaje, el punto de inflexión.

Estábamos haciendo un tour por Venencia cuando el guía nos confirmó la suspensión de los carnavales para evitar la aglomeración de personas”, relató Pilar. En un santiamén la ciudad quedó vacía, y los jóvenes rosarinos emprendieron vuelo con destino a Milán. Allí comenzó la aventura menos placentera.

Sin embargo, la fortuna estuvo de su lado, puesto que pisaron el territorio milanés un día antes de la suspensión de los vuelos. Asimismo, las complicaciones no tardaron en llegar.

En Italia, en el Aeropuerto de Milán, antes de revisarnos el equipaje, había una mesa, rodeada de policías. Ahí la gente se acercaba y firmaba algunos papeles, para continuar el viaje”, señaló Pilar.

El policía que nos atendió preguntó hacia dónde íbamos, nos pidió que le mostremos las conexiones que teníamos en mente y nos dejó pasar, de pura casualidad –amplió la rosarina de 21 años-. Luego nos controlaron el equipaje, siendo la primera vez que el control fue tan superficial. Allí nos midieron la fiebre y pudimos tomar el vuelo a París, Francia”.

LOS AEROPUERTOS DEL CAOS

El 10 de marzo el país galo funcionaba con normalidad, pero días después comenzó la osadía de los jóvenes rosarinos. Cuando se anunció el cierre de la frontera argentina nos empezamos a asustar. No teníamos posibilidad de regresar al país si no era con Aerolíneas Argentinas, pero nosotros estábamos volando con otra compañía. Finalmente nos cobraron unos 20 mil pesos para cambiar el vuelo, y agradecemos que pudimos hacerlo para volver”, expresó Pilar.

Sin nada resuelto, la travesía continuó durante unas horas más. “Nos tomamos un bus de París a Madrid, España, y luego de 20 horas de viaje nos encontramos con la estación de Atocha completamente vacía. Ver el espacio así, la gente con una energía bajísima, sinceramente generaba ganas de llorar, manifestó la joven rosarina.

En tanto, después de idas y vueltas, la pareja llegó al Aeropuerto de Barajas, donde sin controles mediante pudo emprender un vuelo a San Pablo Brasil, que se demoró más de lo esperado.

El avión hizo escala en San Pablo –precisó Pilar-. El vuelo desde España a Brasil se atrasó una hora y mucha gente perdió la conexión. Era un verdadero caos: casi 500 personas sin saber si podrían tomar el vuelo que tenían previsto. Además, ni siquiera nos tomaron la fiebre”.

Finalmente, tras los momentos de angustia y zozobra, Pilar y su compañero sintieron la calidez del regreso a casa, aunque hubo detalles que los sorprendieron. En ese sentido, la joven rosarina aseguró: “Llegué a Ezeiza y me tomaron la fiebre mediante una cámara. Si te detectan con excesiva temperatura corporal te paran. La verdad, control muy poco.

Además, Pilar, que hoy se mantiene en cuarentena con su novio, concluyó: “La declaración jurada que me hicieron firmar la podría haber completado con cualquier información. Ni siquiera la chequearon. Me preguntaban datos personales, en qué países estuve, número de asientos en los que viajé y dónde me podían encontrar después”.

PERÚ Y LAS RUINAS DE LOS VUELOS

El sábado 7 de marzo, Mercedes y su novio Matías llenaron sus ojos con los imponentes paisajes de Lima, la capital de Perú. El plan turístico estaba ideado para pasar dos semanas en suelo incaico, con un amplio recorrido de ciudades mediante.

La vista a Cuzco los entusiasmó, aunque la ilusión duró lo que dura un poco de arena en una mano abierta. Cuando se preparaban para recorrer los afrodisíacos rincones de las ruinas de Machu Picchu, se presentó el primer inconveniente de una serie de momentos de tensión indeseados, que aún perduran.

Nos acercamos al centro de informes turísticos para recibir indicaciones de cómo llegar –inició su relato Mercedes-. Nos respondieron que no podían decirnos nada hasta que no haya un comunicado oficial del Presidente de Perú. Hasta ese momento no había restricciones, habíamos hecho excursiones y demás. Sólo nos tomaban la fiebre y nos lavábamos las manos con alcohol”.

Luego, Mercedes puntualizó: “Cuando finalizamos una excursión, escuchamos el comunicado del presidente de Perú, que informó el cierre de fronteras al cabo de 12 horas. No podíamos llegar de Cuzco a Lima, donde podíamos tomar un vuelo”.

Además, la joven abogada que reside en Rosario añadió: Para nosotros fue una medida súper drástica. No nos dio tiempo a nada ni nos informaron acerca de alguna comunicación diplomática entre los gobiernos de ambos países.

En resumidas cuentas, el cierre de fronteras comunicado por el gobierno peruano modificó por completo los planes de regreso de Mercedes y Matías. Allí, por primera vez, sintieron en su propia piel la adrenalina y el temor de comprender, en primera persona, que la vuelta tardaría bastante más de lo previsto.

Desde ese momento, los jóvenes argentinos quedaron varados en Perú. Quedamos restringidos de atenciones de salubridad y no vamos a ser atendidos si padecemos algún tipo de contingencia. La media avasalla los derechos que nos corresponden”, sostuvo Mercedes.

A su vez, sobre la situación, la joven indicó: “La gente no circula por la calle. Solo están abiertos los comercios para comprar alimentos o fármacos. Nosotros tenemos que solventarnos nuestra estadía. Estamos alquilando un departamento con tres personas más que conocimos en el aeropuerto. En Cuzco somos más de 300 argentinos varados”.

UNA ESCALA INVOLUNTARIA

Los distintos contratiempos que surgieron alteraron los planes de la pareja. Sobre eso, Mercedes explicó: “Me comuniqué con el consulado. Me dijeron que si no teníamos posibilidad de salir en las 12 horas contempladas era problema nuestro. Además, en la terminal no había vuelos disponibles. Era un caos, gente de todo el mundo. Todo colapsado. Las puertas del aeropuerto cerradas con el ejército afuera. Eso duró cuatro horas”.

Nos dijeron que las reprogramaciones debíamos hacerlas vía call center o internet. Aun no tenemos respuesta –lamentó la joven de 26 años-. La aerolínea nos dijo que debemos esperar 12 días, por plazo legal, para que me reprogramen los vuelos. En principio sería después del 31 de marzo, pero no tenemos certezas”.

Hoy, con productos a precios muy lejanos a los valores reales y compartiendo techo con desconocidos, la pareja de argentinos atraviesa un momento en el que reina la incertidumbre. No queremos que nos regalen nada. Solo queremos volver a Argentina”, suplicó Mercedes, al borde del llanto.

Mientras tanto, entre el desconsuelo y la desesperación, y sin saber con precisión su fecha de regreso, Mercedes y Matías tienen la certeza de que el coronavirus no solo sacudió al mundo, sino que dejó en claro que, a pesar de todo, Rosario no siempre estuvo cerca.

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