LA MIRADA CABRERA: Su calidad, fútbol verdad

Se retiró Maximiliano Rodríguez. Puso fin a su gloriosa carrera tras 22 años en en Coloso del Parque, en el último partido de Newell's de local esta la Liga Profesional.

“Tengo algo que decirles. Es una decisión difícil, pero ya di todo, estoy vacío” con esa frase, en un video donde las lágrimas peleaban por salir y una voz que demostraba lo pesado de la decisión, el último gran ídolo de Newell´s, Maximiliano Rubén Rodríguez, les contaba a sus hinchas, esos que lo bancaron en las buenas y en las malas, que deliraron con sus goles, que festejaron sus victorias, que su tiempo dentro de la cancha llegó a su fin.

Aquel jovencito Maxi debutó en 1999, con su mamá Claudia bancando su carrera junto a su abuelo Pichi, quien le enseñó a amar los colores Rojinegros, y su tío Rubén, que lo llevó al club que lo vería triunfar; todos ellos fueron parte del éxito deportivo de la “Fiera” como lo apodaron de chiquito, en el baby de Newell’s, a los 7 años, sus entrenadores, Mingo y Becerra porque entraba a la cancha y no paraba de correr. “Este chico es una fiera”, comentaban.

Ya de muy joven, a los 21 años, recaló en el fútbol europeo para brillar en cada uno de los equipos que pasó, primero el Espanyol de Barcelona, después el Atlético de Madrid y por último el Liverpool. En cada club dejó su marca, esa garra que lo caracteriza y que aún recuerdan. Pero en 2011, recibió un llamado desde Rosario pidiendo su regreso a un club vaciado por Eduardo López y que necesitaba volver a la gloria del pasado.

Así fue que dejó un contrato de 3 millones de libras esterlinas arriba de la mesa, para regresar a su amor, a su pasión, que lo necesitaba y lo quería ver brillar todavía en plenitud y no para despedirse en los últimos meses de carrera.

Fue pasando el tiempo, y apareció un tal Gerardo Martino, para que en 2013, junto a sus amigos Gabriel Heinze, Ignacio Scocco, y varias figuras más, lo acompañaran a cumplir uno de sus sueños, salir campeón con la Lepra.

Seguramente, tal vez su frustración más grande fue quedarse a las puertas de lograr el éxito continental en aquella noche ante Atlético Mineiro por penales por las semifinales de la Copa Libertadores y cuando parecía que el final de su carrera estaba en el Parque Independencia, llegó el 2017 y tras una pelea con la dirigencia liderada por Eduardo Bermúdez lo mandó a jugar a Peñarol, despidiéndose con lágrimas en los ojos, sin saber si ese era el final, ese que nunca imaginó fuera de su club.

Pero las charlas con el entonces mánager Sebastián Peratta , hicieron que su regreso y final de carrera sea en el lugar donde él quería.

Durante esta semana, desde el banco de suplentes, el lugar que las lesiones lo habían puesto en el último tiempo, le tocó entrar por otro amigo y compañero de tantas tardes de gloria, Pablo Pérez.

Tomó la pelota en un tiro libre, habló con Nacho Scocco, y cuando el balón pasó la barrera el Coloso comenzó a explotar, venerando a su leyenda viva, sabiendo que el esférico besaría la red.

Tras el triunfo, y cuando parecía que revalidaba sus credenciales para continuar un tiempo más, lanzó una frase que, a lo lejos, comenzaba a ser una despedida encubierta, cuando se le preguntó por su futuro y el cierre del torneo en el Coloso con Banfield: “El hincha tiene que venir al partido frente a Banfield cómo viene siempre, todos saben que si me voy a despedir lo haré con mi gente”, allí Maxi adelantaba lo que días después sería una confirmación.

Se va uno de los futbolistas de los goles más gritados por el hincha, no solo con la camiseta de Newell´s como en aquel partido en 2013 le daba el triunfo a la Lepra ante Racing 4 a 3, sobre la hora y perfilando definitivamente al equipo para campeón; sino también en la fecha 6º de la temporada 2016/2017, cuando en el minuto 93 le daba la victoria agónica al conjunto dirigido por Osella ante Central en el mismísimo Gigante de Arroyito.

Esta despedida no solo incluye a los hinchas Leprosos, sino a los amantes del fútbol en general, porque también hizo delirar a los fanáticos argentinos que lo vieron entregándole la clasificación con un gol extraordinario ante México en el Mundial de Alemania 2006 para que Argentina llegara a jugar los cuartos de final o en la definición por penales con Holanda, entregándole el pasaporte a la Albiceleste para soñar con un nuevo título en el mundial de Brasil 2014.

Quedará en la historia como el símbolo de la pertenencia, quien en plena carrera dejó todo para venir a sacar a su club del pésimo momento futbolístico, a pasar momentos inolvidables y otros de extrema presión.

Se va el capitán, el último líder, el ídolo, parte de la historia grande de una institución que lo extrañará. Hoy los hinchas Leprosos lloran, eternamente agradecidos a lo que dejó su referente, Maximiliano “La Fiera” Rodríguez, quien se transformará en leyenda.