“Fueron 30.400”, historizar y deconstruir sin olvidar

A 45 años de la dictadura cívico-militar que golpeó al país, IMPULSO dialogó con referentes de distintas generaciones para reconstruir e indagar más sobre la importancia de la visibilización

Este 24 de marzo se conmemoran 45 años del inicio del Golpe cívico-militar en Argentina, un período oscuro de nuestro país que se recuerda inmediatamente con algunas frases: “Nunca más”, “Memoria, verdad y justicia” y, por supuesto, una cifra: 30.000. Desde hace algunos años, las pancartas en los reclamos comenzaron a mostrar un número más. Un número lleno de colores, colocado junto a las dos primeras cifras en blanco y un fondo negro de luto y reclamo: el 400, conformando así la cifra “30.400”.

Para profundizar e invitar a continuar investigando e historizando, IMPULSO contó con diversos testimonios que ayudaron a desandar esta cuestión, profundizando en las lecturas de distintas generaciones: Jorge Luis Giacosa (del Frente de Liberación Homosexual), el periodista Franco Torchia, el director ejecutivo de Políticas LGBT+, Esteban Paulón, los youtubers y comunicadores Lichi y Dani, y Joaquín Aira, militante de Mala Junta.

Deconstruir el “400”

En 1987, el fundador de la Comunidad Homosexual Argentina Carlos Jáuregui lanzó el libro “La homosexualidad en la Argentina (Ed: Tarso), en donde cuenta que el rabino Marshal Meyer, miembro de la Comisión Nacional de la Desaparición de Personas (Conadep), aseguró que cerca de 400 homosexuales figuraban en una lista de la dictadura.

Si bien no habían desaparecido por su orientación sexual, el tratamiento recibido a partir de anoticiarse de dicha condición, se volvía sádico y violento. Una reacción que también ocurría con el pueblo judío y, hoy también sabemos, con las mujeres.

Sobre esto, Jorge Luis Giacosa le especificó a IMPULSO: “Lo que le quiere decir Marshal Meyer a Jáuregui es que, por el peso del ala católica, es que la condición de homosexual de muchos detenidos fue escatimada. Dentro de los 30 mil había mucha gente homosexual, y si saltaba el hecho de que eran homosexuales estando detenidos, la pasaban mucho peor, el ensañamiento o la tortura era mayor. Pero no es que los militares persiguieron específicamente a homosexuales, aunque la Revista El Caudillo llamaba a exterminar a homosexuales y drogadictos”. A la persecución en tal sentido, la llevó a cabo la policía, cuestión que sucedía antes de la dictadura y siguió después, aún en democracia.

A su vez y como cifra simbólica, la Conadep creada en diciembre de 1983, habló de 30.000 desaparecidos y, en primera instancia, se negó como Comisión a visibilizar la comunidad LGBT vulnerada.

Hubo un episodio puntual alrededor de la formación de la Conadep, autora también del ‘Nunca más’ con la vuelta de la democracia. La decisión que se tomó en ese momento fue la de excluir mínimo o aproximadamente 400 personas homosexuales, trans, lesbianas sobre todo. Esa exclusión es una respuesta directa del heterocentrismo general, incluso de movimientos de derechos humanos durante la primera parte de la democracia”, aseveró el comunicador Franco Torchia, quien día a día investiga, historiza y visibiliza a la comunidad LGBT en el único programa radial diario de diversidad sexual en el mundo, “No se puede vivir del amor”.

Como respuesta a todo eso, salen los colectivos a militar este ‘30.400’, de manera simbólica, para expresar ‘también estábamos ahí”, destacó Esteban Paulón.

El militante Joaquín Aira, ahondó: “Ese 400 que se visibiliza ahora por el auge de los movimientos, muestra que siempre estuvimos en la historia, que las diversidades no surgieron ahora y que formamos parte de una historia que estuvo tapada”.

En tal sentido, el músico y youtuber Lichi Ruiz Díaz, aseguró: “Hablar de estos números es visibilizar quiénes estaban detrás, sobre todo, visibilizar el trato que se tiene hacia la comunidad LGBT desde hace décadas y, también, en esta situación en particular”.

A su vez, la youtuber trans no binaria, Dani Olocco Díaz, agregó: “Es sumamente importante el reconocimiento, porque también debe haber habido personas que eran parte de la comunidad LGBT pero no lo sabían, no lo podían decir. La frase ‘sin memoria no hay historia’ nos invita a recordar lo que pasó, cómo pasó y así tener justicia. La heteronorma mata, en general, y es lo que, todavía, nos mata en la actualidad”.

La memoria fuera de la heteronorma

La heteronormatividad hace referencia a un régimen sociocultural, político y económico que impone las relaciones sexo-afectivas heterosexuales a través de distintos mecanismos (médicos, artísticos, educativos, religiosos, jurídicos, entre otros) y diversas instituciones que postulan a la heterosexualidad como necesaria para que la sociedad funcione, siendo el único modelo válido.

La memoria heteronormativa es una memoria equívoca, que no expresa lo que fue la pluralidad de realidades que se vivieron en ese momento. Si queremos hacer una lectura más compleja y abarcativa, lo heteronormativo solapa porque valoriza ciertas identidades por sobre otras”, subrayó Aira.

Dejando esta característica de lado, las memorias comenzaron a coexistir, dando lugar, sobre todo, a memorias feministas, del colectivo LGBT, es decir, de derechos humanos en sentido amplio, dejando espacio a aquellas minorías que parecían olvidadas e, intencionalmente, calladas y oprimidas.

Quitar la heteronormatividad del análisis de la historia hace que, con herramientas que tenemos en el presente para analizar el pasado, vemos que no se había tenido la posibilidad de hablar de esas otras historias y ahora podemos visibilizar estas luchas. Esto tiene que aplicarse a todo lo que pasó en la historia. Estuvimos siempre hablando del número 30.000, pero está bueno visibilizar que, allí dentro, había gente de la comunidad LGBTIQ+”, resaltó Lichi.

En tal sentido, Paulón destacó: “Comenzaron a aparecer testimonios de muchas personas que pueden contarlo, otras que ya no pero que sus relatos están y, en ese sentido, se pudo recuperar esa memoria que hoy se representa simbólicamente en el número 30.400. El impacto de estas cuestiones fue visibilizándose progresivamente a raíz del trabajo de la lucha y visibilidad por parte de organizaciones”.

Por su parte, Torchia realzó: “Estamos hablando de zonas de la población que básicamente viven excluidas de los relatos. Recién en los últimos cinco o seis años en Argentina y por fuera de trabajos académicos de universidades, hace muy poco tiempo que hay ejercicios activos de memoria respecto de la diversidad sexual, o proyectos puntuales de historizar la diversidad sexual en Argentina. Siempre formó parte de una especie de sub-sociedad y esto está todavía demasiado presente”.

Para seguir historizando, construyendo y visibilizando

A partir de esta nota, la invitación es a seguir pensando, a seguir investigando, historizando y visibilizando a través de una memoria más completa. Una memoria que no oprima, que no discrimine, que permita construir sobre esas bases una historia diferente, con las luchas de todas las personas.

Tiene que haber reflexión, investigación y estudios. Sino, es siempre del orden de una pancarta y las pancartas si bien son efectivas y todos las repetimos, no son suficientes. Es muy importante historizar”, destacó Torchia.

Por su parte, Paulón sostuvo: “La política de memoria no puede dejarte anclado en el pasado, hay que visibilizar, recordar, poner en valores lo que ocurrió, para no repetir en el presente y en el futuro esas violaciones de derechos humanos y esas situaciones. La memoria no es una placa de un edificio. Es algo que está vivo y nos tiene que recordar, en este caso, qué deudas tiene la sociedad para construir una sociedad igualitaria”.

Acá en Santa Fe tuvimos la posibilidad de generar una reparación por parte del Estado para personas víctimas de la dictadura, pertenecientes al Colectivo LGBT. En un Estado cristiano, católico y occidental, que buscaba o promovía sostener una forma ideal de familia y un montón de cuestiones, era y es importante visibilizar”, indicó Paulón.

También es válido recuperar cosas que el Estado sí está haciendo. A mí me parece muy importante que el Archivo Nacional de la Memoria se haya abierto a la historia también de lucha de la comunidad LGBT. Para mí fue un honor dejar sentado ahí mi testimonio, y eso me parece muy interesante”, destacó Giacosa.

Y concluyó: “Sobre el 24 de marzo, lo que hay que resaltar es que hubo un ensañamiento mayor con las y los detenidos por ser homosexuales. Tenemos que recuperar esa memoria con la comunidad LGBT”. Así, continúa, junto al resto de los testimonios, invitando a seguir deconstruyendo la historia. Que el simbolismo de un número sirva para reconstruir de cara al presente, viendo lo conquistado y luchando por lo que, aún, queda por conquistar, sin invalidar ni invisibilizar. Nunca más.