El “Consumo” cae producto de un Estado que genera inflación

El crecimiento económico y el consumo que se observa son producto de la recuperación por la caída de la pandemia, más que crecimiento genuino. En una economía con inflación creciente, todos los hogares pierden capacidad de consumo. Esto es lo que se está viendo en la economía argentina desde el 2017, último año antes de que se desate la crisis.

Se está escuchando decir que el consumo privado está “volando”, lo cual tiende a generar expectativas positivas en torno a la economía más allá de que la inflación se acelera y la gente está sintiendo que al bolsillo le cuesta llegar a fin de mes cada vez más. Cuando se mira los datos, efectivamente, hay crecimiento de la actividad económica, el consumo y la inversión. En el 4to trimestre del 2021 –último disponible– el Producto Bruto Interno (PBI) creció 14%, el consumo privado 9% y la inversión 25% respecto al 4to trimestre 2020.

El punto es que el 2020 fue un año extremadamente atípico. En el 2do trimestre de dicho año, cuando se declaró el confinamiento, el PBI cayó -19%, el consumo privado -24% y la inversión -38%. En el 4to trimestre del mismo año, el PBI todavía estaba 4% abajo, el consumo privado 9% abajo y la inversión empezaba a recuperarse. El 2021 fue el año de retorno a la normalidad. Por esto, sobre finales del año se observan altas tasas de crecimiento del PBI, el consumo y la inversión. Es una tendencia al restablecimiento, no al crecimiento.

Para tener una visión del estado económico de la sociedad es aconsejable mirar un tramo más largo de la película que sería ver qué pasó desde el 2017, el último año de crecimiento, en adelante. Lo primero es la tasa promedio anual de inflación e ingreso de los hogares.

Tasa promedio anual de inflación y del ingreso per cápita de los hogares

2017 – 2021 // 4to trimestre

Fuente: LP CONSULTING en base a INDEC

Se observa que independientemente del decil de ingreso del hogar (1 es el 10% de los hogares de menores ingreso y 10 es el 10% de los hogares de mayores ingresos), a todos los hogares los ingresos familiares les subió un 38%, mientras que la inflación fue del 46% promedio anual. Es decir, en general, todos los hogares perdieron contra la inflación en los últimos 4 años. Esto llevó al crecimiento de la pobreza que en el mismo período pasó de 26% al 37% y a la caída del consumo de los hogares de ingresos medios y altos que no son pobres.

Para observar cómo golpea la inflación a la población sirve mirar la evolución de la actividad económica, el consumo privado, las importaciones y la inversión en este mismo período de empobrecimiento.

Actividad, consumo, importaciones e inversión

2017 – 2022 // 4to trimestre

 

Fuente: LP CONSULTING en base a INDEC

Mirando, no la foto de finales de 2021, sino la película de lo que viene pasando desde que comenzó la crisis económica en el 2017, surge que el PBI está casi un 4% abajo, el consumo privado un 12% abajo, las importaciones un 22% abajo y la inversión un 10% abajo. Es decir, la economía se contrajo y, con ello, todo el consumo de la población. El único consumo que creció es del sector público. Esto es el gasto que hace el Estado en bienes y servicios para su funcionamiento, no para obra pública porque esta última entra dentro de inversión.

Estos datos muestran con contundencia el costo social de la inflación. El Estado se mantienen gastando para su propio funcionamiento gracias a que emite la moneda de curso legal. Pero el exceso de emisión –que no es otra cosa que exceso de consumo del Estado– lleva a la alta inflación lo cual destruye la inversión (-9,9%). Con menos inversión, se cae la actividad económica (-3,7%). Con menos actividad económica, hay menos consumo privado (-12,3%). Con menos inversión y menos consumo privado hay que menos importaciones (-21,7%) que, lejos de ser una “buena noticia”, menos importaciones implica que la población está consumiendo menos. Estas son las consecuencias de tener un Estado que sólo piensa en sí mismo y no en la función social que tiene, que es, cuidar la moneda y generar las condiciones propicias para el aumento sostenido de las inversiones que es lo lleva al crecimiento económico y esto al consumo.

Estos datos también explican la crispación que la gente tiene con los políticos. Hace 4 años que la población consume menos, en todos los niveles de ingresos, sin embargo, el gasto en funcionamiento del Estado –que es el gasto que hacen los políticos en su propio beneficio– se mantuvo creciendo en medio del empobrecimiento de la población.

Es por esto que se produce el crecimiento de las ideas libertarias que, asociando a los políticos con una “casta”, terminan proponiendo la negación del Estado como el medio para poner fin al abuso estatal y al empobrecimiento de la población. La verdad es que las sociedades para prosperar necesitan del Estado. Pero un Estado profesional, financieramente equilibrado y que esté para dar excelencia en la calidad de los servicios públicos a los ciudadanos. Esto último es el gran desafío que enfrentará la dirigencia política que se proponga cambiar, para bien, el país.

Fuente: LP CONSULTING