Construcción, diseño y perspectiva de género

Contra los estereotipos proponen incorporar al sector esta mirada al diseñar escuelas. Tratan de escapar a los modelos binarios.

Esta nueva perspectiva en la construcción incluye a baños unisex, mobiliario flexible y ambientes integrados como algunos de los rasgos que permiten identificar una escuela diseñada “con perspectiva de género”.

Según la coordinadora de la Unidad de Género de la FADU Griselda Flesler, quien destacó la importancia de “aplicar este enfoque en la proyección de los espacios educativos”.

Es que el diseño de objetos y ambientes “puede ser una herramienta para reforzar estereotipos o para discutirlos”, según esta docente y titular de la materia de Diseño y Estudios de Género que considera que “no hay espacios neutrales o universales”.

LA HETERONORMATIVIDAD ES EL MODELO DOMINANTE

“En general, se diseña para el ‘ciudadano modelo’ que es un sujeto productivo, de mediana edad, educado, de la clase privilegiada, propietario, que responde al binarismo y la heteronormatividad”, dijo la docente que impulsó la creación del primer baño unisex en su facultad.

No obstante “el concepto de ciudadanía está en permanente disputa de sentido” y el diseño con perspectiva de género debe ser “abierto y permeable a estas tensiones por ser una herramienta que buscar ampliar” el espectro de aquellos considerados ‘sujetos de derechos’.

“Por otro lado, concebir el habitar desde una perspectiva de género no se trata solo de diseñar de antemano sino también estar abierto a que el sentido (del objeto o espacio) se resignifica permanentemente según usos y prácticas espontáneas que hubiera sido imposible prever”, agregó Flesler.

LOS BINARISMOS COMO BARRERAS

Además, el diseño con perspectiva de género cuestiona “la naturalización de los binarismos”, no solamente el más básico “femenino/masculino” -que asigna espacios separados o diferentes en función de dos únicas categorías de sexogenéricas-, sino a otros pares como “público/privado” -que restringe o habilita el goce del espacio público según jerarquías de género-.

En el caso de las escolaridad básica, Flesler cita como indicadores de un diseño falto de perspectiva de género la persistencia de baños divididos, pero también de “mobiliario inflexible” en términos distintas corporalidades o de cambios de disposición. Igualmente discutible es el trazado de “bordes, muros y límites” para separar los espacios “donde está habilitado el juego y el goce” de aquellos donde no lo está.

“Lo particular de la institución educativa es que parece que hay espacios donde está habilitado asumir una corporalidad -el patio y el baño- y hay otros donde tengo que hacer como si no la tuviera porque sólo cuenta la mente: empezar a pensar que somos un cuerpo todo el tiempo es un buen desafío a nivel diseño”, concluyó Flesler.

 

Fuente:Télam