Cinco curiosidades históricas de las 500 Millas de Indianápolis

Por Impulso

Es uno de los eventos deportivos más importantes del año, y también un gran atractivo turístico para la localidad de Speedway en el estado de Indiana, en los Estados Unidos

Este domingo 26 se celebra la edición 2019 de las 500 Millas de Indianápolis, la clásica competencia automovilística, que también es un gran atractivo turístico para la localidad norteamericana de Speedway, en el estado de Indiana.

Algunas curiosidades históricas de la competencia.

1. La victoria no se celebra con champán, sino con leche

Al ganador de las 500 Millas de Indianápolis no se lo verá descorchar una botella de champán y celebrar su victoria con esta bebida. El piloto que consigue este prestigioso triunfo recibe, siguiendo la tradición, una botella de leche. Los pilotos eligen antes de la carrera qué tipo de leche quieren beber: entera, descremada o semi-descremada, y la organización se la entrega tras alzarse con el triunfo. Esta tradición la inició en 1936 el estadounidense Louis Meyer, tres veces ganador de la Indy 500. Meyer seguía la indicación de su madre de beber leche para reponerse tras el gran esfuerzo que hacía durante las carreras.

2. Emerson Fittipaldi fue criticado por saltarse la tradición de celebrar con leche

El brasileño Emerson Fittipaldi es considerado uno de los mejores pilotos de la historia, tal y como confirman sus dos títulos mundiales de F1, el título de la Indycar y sus dos victorias en las 500 Millas de Indianápolis. En su segundo triunfo en esta carrera, en 1993, decidió cambiar la leche tradicional por el zumo de naranja, y no porque fuese intolerante o alérgico a la lactosa ni mucho menos. Fittipaldi poseía una plantación de naranjas en Brasil y nadie como él sabía del potencial publicitario de su victoria.

Esto no gustó nada a los aficionados presentes en Indianápolis, que abuchearon y criticaron al piloto, y éste acabó dando un sorbo a la botella de leche que también le entregaron. A pesar de ello, ha pasado a la historia como el piloto que quebrantó la tradición.

3. El invento del espejo retrovisor

El primer coche de competición que llevó un espejo retrovisor fue el Marmon Wasp, el vehículo que ganó las 500 Millas de Indianápolis en la primera edición, en 1911, con Ray Harroun al volante. Todos los coches menos este contaban con dos personas a bordo: el piloto y un mecánico que le informaba de lo que sucedía alrededor mientras competía. Harroun y el dueño de su equipo, Howard Carpenter Marmon, tras concebir un coche demasiado estrecho, acordaron sustituir al mecánico por un espejo retrovisor de 7,6 X 20,3 cm que le permitiría ver lo que pasaba tras él y competir de forma segura en el óvalo.

Hubo protestas del resto de pilotos que participaron en la carrera, porque consideraban que era peligroso no llevar a alguien que le alertara de quién podía adelantarle en un circuito con visibilidad tan reducida como es Indianápolis. Cómo no, también las hubo por la ventaja que suponía no llevar a una segunda persona en el coche.

Años antes de todo esto, la piloto Dorothy Levitt publicó un libro en el que recomendaba a las mujeres que conducían llevar un espejo de mano en el coche, que les serviría para “ver hacia atrás en el tráfico”. Esto no era, sin embargo, una solución permanente como la que sí que se puso a prueba en la Indy 500 de 1911. El espejo retrovisor no fue patentado hasta 1921: lo hizo Elmer Berger, a quien se acredita como inventor del a día de hoy imprescindible dispositivo.

4. La primera mujer compitió en 1977

A lo largo de las 102 ediciones de historia de las 500 Millas de Indianápolis, un total de nueve mujeres participaron de la carrera. La primera fue la estadounidense Janet Guthrie ingeniera aeroespacial que comenzó su carrera como piloto a tiempo completo con casi 30 años. Tras un breve paso por la NASCAR, donde compitió en 33 carreras en cuatro años, se inscribió en las 500 Millas de Indianápolis de 1976.

5. Su trofeo tiene grabada la cara de todos los ganadores

El trofeo de las 500 Millas de Indianápolis es otra de las peculiaridades de la carrera. El galardón mide nada más y nada menos que 163 centímetros y pesa 50 kilogramos, en conjunto con su base. Fue diseñado por la empresa especializada en componentes de automoción Borg-Warner y se convirtió en el trofeo oficial de la carrera en el año 1936.

A pesar de posar junto a él en las imágenes de honor, los ganadores de las 500 Millas de Indianápolis no reciben el trofeo original, que permanece en el Museo del Indianapolis Motor Speedway. Sin embargo, desde 1988 se entrega al vencedor de la carrera una réplica, denominada “Baby Borg”, de 45 centímetros.

Una de las curiosidades sobre el “Borg-Warner Trophy” es que tiene grabado el rostro de todos y cada uno de los ganadores de las 500 Millas de Indianápolis. Desde el primero, Ray Harroun, hasta el último, Will Power.



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