Mesurado en el uso de los efectos especiales y con un gran conocimiento del manejo de planos, su director James Mangold, consiguió crear una buena pieza de ciencia ficción, protagonizada por Hugh Jackman
Cuando en 2000 Bryan Singer llevó al cine uno de los cómics más esperados de Marvel, "X-Men", sorprendió a todos por su cuidadoso nivel de realización. Posiblemente haya sido una de las mejores películas de súper héroes, en términos de cómo introducir a tantos personajes al mismo tiempo, sin que ninguno pierda relevancia y cómo ser preciso en la utilización en los recursos de efectos especiales.
Su buena respuesta, aunque algo tibia en la taquilla (U$S 300 millones a nivel global), hizo que Fox no dudara demasiado en una continuación que llegó en 2003 bajo el título de "X2: Men United", también con Singer en la dirección y mejores cifras de recaudación (U$S 400 M).
En 2006, Singer decidió dar un paso al costado para enfrentarse al reto de hacer "Superman Returns", y la tercera entrega de la saga "X-Men: The Last Stand" quedó en manos de Brett Ratner, gran hacedor de títulos de acción ("Rush Hour"), pero que no supo transmitir la esencia de las dos primeras entregas.
Algo similar ocurrió con otros títulos como "X-Men Origins: Wolverine" (2009) y "X-Men First Class" (2011).
En esta sexta entrega titulada "The Wolverine" (Wolverine: Inmortal), y obviamente, con el protagónico de Hugh Jackman,Marvel eligió a James Mangold como el hombre detrás para contar esta historia de Logan enfrentándose a sus remembranzas, a la muerte de su amada Jean Grey y a quienes buscan despojarlo de su poder de "inmortalidad".
Filmada en imponentes escenarios naturales de Australia (que simulan en la película transcurrir en Canadá) y en interesantes locaciones de Tokio, trayendo un aire fresco a los habituales paisajes norteamericanos o europeos, la acción principal transcurre en Japón, en donde Wolverine es convocado para reunirse con un hombre de su pasado, a quien salvó la vida y decide despedirse antes de fallecer a causa de un tumor.
A partir de allí, Logan tiene una doble misión: salvar a una joven japonesa, heredera de la fortuna más grande de Asia, mientras intenta recuperar sus poderes.
Mangold toma su tiempo en desarrollar la historia, pero su apuesta por mostrar el lado más personal de Logan, como así también detalles de la cultura japonesa, hacen que las poco más de dos horas del film sean fácilmente llevaderas.
Mesurado en el uso de los efectos especiales y con un gran conocimiento del manejo de planos (algo que demostró en cintas anteriores, de género diverso, como "Kate & Leopold" o "El tren de las 3:10 a Yuma"), consiguió crear una buena pieza de ficción.
Como siempre, en todo título de Marvel, no hay que levantarse de la butaca hasta el final de los créditos. En esta ocasión, la escena sorpresa da el puntapié a la próxima película de la saga, "Days of Future Past", que estrena en mayo de 2014.
Norberto Sica es director editorial de IMPULSONEGOCIOS.COM
Imágenes: Fox / Marvel